11 de mayo de 2011

Mi viaje a Orlando

Muchas personas en esta ciudad viven desgraciadamente en situación de calle, algunos pocos pueden permitirse permanecer bajo el mismo techo, como es el caso de Orlando, que lo hace bajo el techo de su viejo pero noble Ford Falcon 69.
.Con sus tantos perros y tantos años esta celebridad habita desde hace 11 años, las calles del porteño barrio de Nuñez
De ciruja a estrella de cine. Gracias a su paso fugaz, pero contundente, en el film que protagonizo, junto a otros compañeros de vivencias que se llamo “Vida en Falcon” de 2005,  el director Jorge Gaggero  relata las experiencias de Orlando y Luis, dos personajes que nos muestran sus días viviendo en “situación de auto”. Movilizado por el contenido del largometraje, me acerque una tarde, para conocer más, sobre una de las tantas personalidades que la ciudad nos ofrece.
Bajando del 107, cerca de los bosques de Palermo, no sin preguntar a más de un vecino, llego a ver de lejos a un hombre de edad avanzada, con más experiencias que arrugas, junto a su viejo Ford Falcon y su harem de mascotas.
Orlando fuma en pipa, usa gorra o boina, da igual, su barba está curiosamente prolija.
Me saluda con un fuerte apretón de manos.
-¡Te ví en la película!
-Ahá. ¿Y? ¿Cómo estuvo?, ¿Bien, mal? Con fingida indiferencia enciende la pipa
-Buenisim.… (no por demagogia, particularmente me intereso el personaje, aunque no me dejó terminar)

Orlando es amable, habla mucho y muy rápido, no da lugar a la repregunta y tampoco dan ganas de interrumpirlo, salta vertiginosamente de tema y cada anécdota es más interesante que la anterior.
Su principal preocupación es volver a poner en marcha el motor de su habitación, del que dice no tener el distribuidor.
Pasa que si yo pudiera arrancar esto, la cosa cambia viste, porque le hice el alternador, me dijo un muchacho que es mecánico, que viene acá, sabe mucho el pibe, ojo eh, pero no te trae herramientas, con un par de cervezas lo arreglo pero resulta que se me llevó el distribuidor porque le falta una chapita, ¿que puede ser una chapita? la compro en cualquier lado, vale die peso…

Cuesta seguir el hilo conductor, sobre todo cuando empieza con las referencias entre otros personajes, como “el gordo” (que es envidioso de su fama), “el pibe” (que es el que sabe) y “el viejo” (que es el que tiene el taller, pero no le devuelve el repuesto, al parecer por una deuda quinielera).

”Porque acá viene cualquiera hablando como si supiera!” (con lo enérgico de sus gestos despertó a uno de los perros que me mira bostezando como diciendo “otro mas...”)
Vino un día uno y me dice mirando los cables, “estos cables están mal puesto”, hay que saber para decir así de arriba que están mal, ¿cómo sabe?
Porque ese, ese un día vino con otro que dijeron que habían entrado a robar el puesto de choripan.. y que se yo que barbaridades y yo con el malandraje no quiero saber nada, viste. Los rajo! porque después me vienen con la policía y me meten una denuncia ¿mentendes? Soy yo el que tiene que poner la cara!, hace 11 años que estoy acá.
Entiéndase por acá, el barrio entero, hace 11 años que esta en una zona de no más de 15 cuadras.

“…del puesto de choripan para acá, estaba todo inundado las otras veces, ese tronco que esta allá, (señala a lo lejos, camina dos pasos delante mío) lo tenia de este otro lado, (vuelve) si yo pudiera ponerlo en marcha, arranco y me voy a la vuelta, ahí no se inunda, meto los perro adentro y fsssmm, me rajo para acá, allá enfrente del bar…”
A mi de acá me quieren rajar todos los vecinos, pero no pueden, yo ya soy una figura pública!, Le enchufo un juicio… Después vienen de la protetora a decirme que esto es una cueva de ratas, ¿no ve que tengo cuatro gatos? ¡Como va a haber ratas! De animales no entienden nada evidentemente…

Otro de los aspectos mas interesantes de la charla, fue cuando me dijo que por medio de un vecino, su abogado, conoció a uno de los que había diseñado el Falcon, un yankee de cómo 80 años, que no habla muy bien castellano, pero me confesó que iba a arreglar todo para restaurar el auto y hacer un viaje a Estados Unidos, hasta la fabrica.
Ma’ vale, banca todo la Ford, sabé que propaganda para ello...
-¿Pero llegás? le pregunté…Mirá que es lejos eh…
-Ah no, pero atrás viene la camioneta de la produtora, haciendo la película del viaje, de todo lo lugare que vamo parando… ¿Te crees que no la van a ver a esa?
No puedo disimular mi asombro, mi perplejidad ante su imaginación, atenta contra la verosimilitud del relato y se corrige mientras vuelve una y otra vez a encender su pipa:
- Ojo, me daban registro internacional, tarjeta de crédito, todo, son como 27mil palo de nasta, acá no hay GNC… Mientras señala el agujero corroído del guardabarros.
- Y si no, lo vendo, pongo en orden los papeles, vale como dos mil peso… las cuatro tazas originales valen como cien peso cada una…
-Noo, ¿cómo lo vas a vender? Le dije, ¡es un pedazo de tu vida! Con la historia que tiene el auto...
- El dia que nevó, así tenia en el capó (me hace con los dedos el doble de lo que había caído en toda la capital aquel 9 de julio) decí que tenia los cartone para lo gato, que la nieve no estaba contra la chapa, pero bajo cero estaba y arrancó, puse la calefacción y me quede piola adentro… si le anda todo!

Orlando es un tipo con tantas corazas como prendas lleva encima, tiene hecho un pintoresco personaje de si mismo y lo muestra orgulloso, no sin dejar de lado la plena conciencia de su condición, que como toda estrella de cine, por vanidad, no permite que pase a un primer plano.

Me despedí varias veces, lo encadenado e inacabable del repertorio de su discurso no me soltaba, es como decía un viejo amigo, de “umbral largo” o tal vez no quería que lo dejara solo. Recordó mi nombre cuando finalmente me soltó, lo que significa que nos volveremos a encontrar, tal y como quedamos, como los tipos de antes, que creen en dar la mano.

Como dice el Maestro Alejandro Dolina, ante lo incomprobable de un hecho anecdótico: “… no sabemos si esto fue así, pero preferimos creer que es cierto”, yo pienso exactamente  lo mismo cuando lo escucho a Orlando, decir con la mirada fija, como quien mira hacia algún pasado y los ojos llenos de dignidad, ante el colmado Auditorio Tita Merello en la avant premier de SU película: “Ustedes ahora volverán a sus cómodas casas, Yo voy a continuar con mi vida en Falcon”, los aplausos de la conmovida sala le iluminan el rostro, mientras abre los brazos y agradece con reverencia suave.

Detrás del Falcon, cae el sol sobre Buenos Aires y en los bosques de Palermo nace una nueva estrella.

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