13 de junio de 2016

Años de Blues

Años de Blues
Mucho tienen que ver, el Blues, el Tango y la Fotografía. En todos se hace presente la nostalgia, la evocación, y también el recuerdo. Con cualquiera de las tres primeras se puede reconstruir una historia.
La fotografía me despertó curiosidad desde siempre, pero fue en 1996 cuando cursaba segundo o tercer año de Diseño Industrial en la U.B.A. que un ocasional cuñado me llevó a probar un taller en la Escuela Argentina de Fotografía.
Me compré una Canon T90 Reflex para probar, investigar y experimentar. Al año siguiente y después de muchos rollos, ya estaba sacando fotos en un recital de la Mississippi.

Habían venido a tocar al Pabellón III de la F.A.D.U. para cerrar la Semana del Estudiante, cinco días con recitales, desfiles, muestras, intervenciones de todas las disciplinas de diseño que se dictan en esa facultad.
Ese viernes a la tarde cursé Historia del Diseño de 19 a 21.
Como el nombre de la banda que cerraba la semana se conocía solamente el día del show, ni bien me enteré salí corriendo con el auto hasta mi casa a buscar la cámara y el equipo completo, lentes, flashes, pilas, todo lo que llevaba en el bolso.
Estacioné donde pude, corrí hasta el hall de planta baja. El escenario, armado de espaldas a los ascensores del lado Lugones, aguardaba a la mejor banda de Blues de la Argentina con una luz puntual sobre cada instrumento. Cargué la cámara y me encontré con unos amigos en la baranda del primer piso. El patio estaba tan oscuro y lleno como nunca lo habíamos visto, no había espacio entre una persona y otra, que saltaban haciendo vibrar el hormigón.
Durante todo el recital saque casi dos rollos, uno de 36 y el otro sin terminar. Muchas de carácter experimental que, obviamente, no salieron. Otras, las menos, muy buenas.
Al finalizar, busqué una mesa para desarmar y guardar el equipo en el bolso. Perder las tapitas de los lentes es condenarlos a muerte por cualquier rayón. Preocupado por la seguridad le pedí a Juan Quick, un amigo de cursada, que me acompañara para estar mas tranquilo. En ese momento sentí una voz ronca que se me acercó por detrás y me dice: “Pibe vos las fotos las vendes?” (o algo así pude entender) y nervioso por la vulnerabilidad de la situación de guardado le dije que no, sin siquiera mirarlo.
Al instante se me acerca Juan y me dice: “¡Boludo!, ¡Era Ricardo Tapia!, ¿Qué le dijiste?”.

El mismísimo cantante se había acercado a hablarme a mí, un simple mortal, estudiante de todo, que por prejuicio le había cortado el rostro. Me sentí muy mal, lo fui a buscar y me disculpé. Le dejé mi número para ofrecerle los negativos, pero ya no los quería. Sin embargo accedió a sacarse una foto conmigo. Armé cualquier lente y Juan retrató el momento.


Pasaron 15 años y nunca mas volví a encontrarme con el músico. Pero la vida cruza los caminos, así como en el mítico Crossroads, esa encrucijada donde el guitarrista le vende el alma al diablo.
La suerte quiso que lo vuelva a ver, fue en Junio de 2012, en el cierre de la Semana de la Música, evento anual que se celebraba en la Escuela ETER, donde cursaba el tercero y último año de Técnico Superior en Periodismo.
 Por haber hecho el seminario de Manejo de Cámara de Video, además me tocaba filmar y documentar el reportaje en el que el profesor Alfredo Rosso entrevistaba a Ricardo Tapia. La charla transcurría en el pequeño patio de la Sede Acevedo, frente al bufet y al ventanal de Radio Eter, alternando respuestas y canciones que interpretaba solito, en una banqueta con una guitarra electroacústica de chapa cromada.
Así que una vez terminado el recital fuimos todos a una oficina para seguir grabando la nota del Backstage que le hacían unos compañeros de la materia Televisión. Aproveché para mostrarle a Tapia las imágenes tomadas aquella vez en Ciudad Universitaria, y nos sorprendimos entre risas por las marcas que dejan el paso de los años. Posamos para una foto nueva, reeditando la anterior, y me autografió la del 97. Nos despedimos con un gran abrazo, que fuera “hasta la próxima” y agregó: “Mirá si te tengo que esperar 15 años en la Ruta 2...”.



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